Un día una amiga me dijo que después de tantos años de haber probado
numerosas dietas dejó de pedirle a Dios su ayuda para adelgazar… ahora
le pedía que sus amigas engordaran. Como ella, millones de hombres y
mujeres piensan la obesidad en términos relativos al grupo social al
cual pertenecen, comparándose con el otro y no con un estándar
saludable. Para esos millones, mantenerse sin esfuerzo entre los “menos
gorditos” puede ser razón suficiente para abandonar dietas y programas
de ejercicio. En efecto, estudios recientes demuestran que los factores
sicológicos son relevantes en cuanto a la obesidad se trata.
Lee todo el artículo de Andrés Roemer para El Universal.
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