David Epstein, Kalimba, Berlusconi, Clinton… La política pública
orientada a la regulación sexual conlleva un reto intelectual sustentado
en una interrogante inminente: ¿Por qué regular la actividad sexual?
¿Por qué si el sexo es considerado una actividad prioritariamente
privada y ajena a intromisiones en nuestra sociedad, recibe cada vez
mayor atención por parte de diversos grupos de poder, académicos,
partidos políticos, organizaciones no gubernamentales, instituciones
eclesiásticas, medios de comunicación, dependencias de gobierno,
organismos de salud pública, y la sociedad, que se involucran en
cuestiones privadas, de intimidad, y personales de los individuos? ¿Por
qué la regulación sexual es materia de preocupación colectiva y de
“trato público”, y no de interés particular y de “trato privado”?
Lee todo este artículo de Andres Roemer para El Universal.
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